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CASSOLA D’ARROS AL FORN D’ ALACANT

lunes, marzo 31, 2008 Deja un comentario

foto de Viajes con encanto

Cassola

Cassola d’arrós al forn

El arroz al horno es un plato típico de la Comunidad Valenciana. Se elabora en cazuela de barro y se cocina como su nombre indica en el horno. Por el recipiente que se utiliza en algunos lugares de la Comunidad Valenciana, como Onteniente recibe el nombre de cassola (cazuela en castellano).

Su origen está en el aprovechamiento de los restos del cocido por lo que sus ingredientes principales son el tocino, los garbanzos y los diversos productos procedentes del cerdo utilizados en su elaboración (chorizo, morcilla, carne y pelotas elaboradas con carne picada) junto con el caldo obtenido. Además se le añaden patatas, tomate, perejil y una cabeza de ajos coronando la cazuela.

Por lo elaborado de su preparación a veces se elabora sin caldo del cocido por lo que se pueden añadir trozos de lomo o costilla de cerdo para mejorar el sabor del plato.

Existen diferentes maneras de denominar el plato siendo comunes también la de arrós rossejat (en valenciano arroz dorado, debido al color que adquiere el plato) y arrós passejat (arroz paseado, debido al hecho de que había que llevar la cazuela al horno de pan más cercano porque antiguamente no había hornos domésticos en los hogares).

Aunque es un plato muy común en toda la Comunidad Valenciana, son especialmente renombradas en su elaboración las localidades de Torrente Onteniente y Játiva, celebrando esta última un concurso internacional de elaboración de arroz al horno. (WIKIPEDIA)


Aragón alude a su Estatuto de Autonomía para oponerse a «cualquier trasvase»

lunes, marzo 31, 2008 Deja un comentario

Aragón alude a su Estatuto de Autonomía para oponerse a «cualquier trasvase»

El r�o Segre a su paso por Lleida. WIKIPEDIA .

  • A propósito de la intención de trasvasar agua del río Segre a Barcelona.
  • Iglesias asegura que el trasvase hacia Valencia y Murcia obligó a establecer restricciones en el Estatuto de Autonomía de Aragón.
  • El río Segre es un afluente del Ebro.
  • El trasvase del Segre al área metropolitana de Barcelona se haría a partir de otoño, según el Conseller de Medi Ambient, Francesc Baltasar.

Minuteca todo sobre:

El presidente del Gobierno de Aragón, Marcelino Iglesias, recordó ayer, domingo, que el Estatuto de Autonomía de Aragón, aprobado hace un año, «nos obliga a los aragoneses y a sus autoridades a oponernos a cualquier trasvase. Esta es nuestra postura y, con este Estatuto, no puede ser otra».

Aseguran que corresponde al Ministerio de Medio Ambiente tomar las decisiones que afecten a los caudales comunes

Así de tajante se mostró el presidente del Ejecutivo autónomo, en declaraciones a los medios de comunicación, al ser preguntado por un posible proyecto de trasvase o de aportación de agua del río Segre, de la Cuenca del Ebro, al área metropolitana de Barcelona .

Iglesias recordó que el Ebro es un río común que transcurre por ocho comunidades autónomas «y sus caudales se administran desde el ministerio de Medio Ambiente «.

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Aragón participa en el Consejo de Agua de la Cuenca, y «esa es la administración común a la que corresponde tomar las decisiones de unos caudales que son comunes». El máximo responsable del Gobierno aragonés señaló cómo en anteriores ocasiones «estábamos sometidos a un trasvase muy importante hacia Valencia y hacia Murcia», y por este motivo, explicó, «establecimos algunas precauciones en nuestro propio texto estatutario». »

Sin margen de maniobra

Por eso las autoridades aragonesas en este momento no disponen de margen de maniobra» en estas cuestiones, «sino que están absolutamente obligadas por el Estatuto de Autonomía de una forma explícita«, concluyó.

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ALICANTE EN LA MEMORIA: «Y ES QUE EN LA POSGUERRA FUE PEOR QUE EN LA GUERRA…»

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MARUJA: Y en la posguerra, que fue peor que la guerra… de hambre y de miseria.
ENRIQUETA: En la posguerra dura. Porque claro, luego se iba arreglando. Que al principio ni racionamiento ni nada.
Y yo recuerdo que estaban allí y decían: «Xica, que Jaume ha dut … Que sen ha anat a … i ha dut … no sé qué». Y todas a la cola sin saber lo que traía. Y todas: «¿I qué ha dut?». Y decía una: «Pues naps?. «¿Naps?», pues chica, ni que fuera la cola dels naps». Y Teresa, la madre de Lola: «¡Ui! a la vinagreta estan boníssims, naps a la vinagreta … ¡boníssims!». O que traía boniatos, pues boniatos.

MARUJA. Lo traía con un carrito de mano, subiendo todas las cuestas. Y los bordes de los chiquillos: «¿Empujamos?». Y Manolo el pobre. Porque los chiquillos empujaban para atrás. Y él: «¡Els bordassos!». Luego ya se tenían cartillas. Se presentaba en Abastos un censo con las cartillas que tenías y con arreglo a eso te daban el género. Y luego tenías que entregar a Abastos los cupones. Que eso te volvía loca, porque se perdía un cupón y te volvían loca. «Que le faltan 4 cupones de azúcar». Y mi padre: «¡Mira no me digas eso!» ¡Porque no traía disgustos eso!. Porque había trampas y todo. Como no era suficiente, pues la gente hacía trampas. ¿Y la cola? Toda la noche una cola, una cola que … A lo mejor te daban leche … Pues toda la noche la cola. Y claro, cuando se terminaba la leche, que aún estaba a la mitad de la cola, pues … ¿Y quién salía a decirlo? ¿Quién salía a decir que ya no quedaba leche? Pues mi padre: «Xiquetes que ja … » Y ellas: «¡Mira! ¡Ya se la habrá «guardado»!». ¡Unos «maltrateos» que nos hacían!. Entonces era ya el «maltrateo». Y claro, es que en la posguerra fue peor que en la guerra.
Se levantaban de madrugada y se ponían allí las mujeres. A veces ponían la silla o lo que fuera. Ponían cacharros y de todo para saber cual era su sitio, para no estar todo el día allí. Porque, a lo mejor mi padre se iba, estaba toda la mañana y hasta por la tarde no traía el género. Y todo el día allí ellas no podían estar. Y de madrugada se levantaban y ponían lo que fuera. Y ya, cuando se corría la voz: «¡Que ya ha venido, que ya ha venido Jaime», pues entonces es cuando corrían las mujeres, porque las espabiladas te quitaban la silla. Pero ¡una cola!. Mi madre se descomponía la pobre, cuando veía aquello. Y le preguntaba a mi padre: «Jaime ¿qué t’han donat? Y mi padre: «Pues me han dado dos cajitas» o «me han dado un saquito de azúcar». Y mi madre: «¡Ai mare meua!, si mira como está la cola, ¡dos cajitas!». Y bueno, se decía: «Pues daremos un cuarto de azúcar». Y ellas: «¡Todo el día aquí para un cuarto de azúcar!».

foto Cnice, maestro y escuela.

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PEPITA: En la Posguerra lo que importaba era poder comer todos los días, que cuando hay hambre no se piensa en otras cosas.
FINA: Teníamos cartillas de racionamiento, sí. Los cupones «pegaos» allí, ¡venga!. El hijo de Concha era el que le hacía la liquidación a mi padre en Abastos. Y le decía: «Le sobran 50 kg. de azúcar». Y mi padre: «¡Chico! ¿Pero como dices que me sobran 50 kg?. ¡Cuenta bien Oscar!» ¡Bueno!, una mala vida. Cada uno se alistaba a un comercio. Traía la libreta y tú la dabas de alta en Abastos. Tantas libretas, tantas infantiles … Y cada uno iba a la tienda que quería ir. Luego, todas las semanas había que hacer la liquidación. ¡Ibas allí como si fueras a examinarte!, con un miedo. Yo iba a entregar los cupones, iba con miedo porque lo controlaban tanto … Mis padres estaban en la tienda y yo iba y lo entregaba.

MARUJA: ¿Y lo de las cartillas de racionamiento? Las colas … Yo, como siempre tenía pequeñitos … Pues si te pertenecía a la semana medio kilo de azúcar o te pertenecía un bote o dos de leche … pagabas, claro, pero con la cartilla. Te pertenecía dependiendo de los hijos y de la familia que tenías.
Se alimentaba la gente muy mal, se pasó muy mal. Me acuerdo de las Fusteras. Venía y decía: «Ponme, pan de higo y harina de algarrobas y harina de chufa». La algarroba se molía con el molinillo de café y luego se hacían tortitas. Pan de higo, cacahuetes, dátiles. ¡Que los dátiles! la gente iba recogiendo los huesos de los dátiles, por eso no veías ni un hueso por la calle.
ENRIQUETA: Los huesos de los dátiles se tostaban y se molían. Y en vez de malta, los huesos de dátiles. Y la regaliz en vez de azúcar. El agua de la regaliz hervida y una cucharada de aquello de los huesos. Pues te tomabas aquello caliente y ¡hala!. Que mi padre decía: «Mira, gracias a la «regalicia» no estamos constipados». No había nadie ni «constipao» ni malo del estómago. No se tiraba nada, porque la patata se pelaba y la piel se freía aparte, las pieles fritas.
ENCARNA: Después de la guerra fué cuando tuvimos que trabajar de noche, por lo de la luz, porque había restricciones. Antes trabajábamos de día y después de la guerra en tres turnos y de noche. Los inspectores de trabajo estaban al tanto de las cosas. Tuvimos que trabajar de noche y cuando se nos obligaba a trabajar. No teníamos entonces ningunas vacaciones. Huelgas se hacían, pero las ganaba el que las ganaba, porque nosotras no ganábamos nada. Si hacíamos la huelga en descuidarte te tiraban a la calle. Lo único que teníamos era en Septiembre, el día 8 de Septiembre. Hacíamos una fiestecita allí. Adornábamos toda la fábrica, las máquinas y todo, y nos hacían un refresco. Ese día no trabajábamos y nos pagaban el jornal: ¡Un día al año!. Porque los domingos no trabajábamos, pero no cobrábamos.

Fuente: Colección Estudios Municipales. «La Posguerra en el Casco Antiguo de Alicante» Autora Emilia Caballero.