Instituciones españolas conmemoran en Berlín el 75º aniversario de la quema de libros nazi en la Bebelplatz.
Madrid, 10 mayo (EFE).- El Ministerio de Cultura, Instituto Cervantes de Berlín y la Fundación Tres Culturas conmemoran hoy en Berlín, junto con otras organizaciones alemanas, Universidad Humbolt
el 75º aniversario de la quema de libros realizada por el régimen nazi en 1933 en la Bebelplatz.
Ese acto, informa hoy el Ministerio en una nota, forma parte del programa de actividades que dichas instituciones dedican a la defensa de la tolerancia y al debate sobre la identidad y la convivencia, con motivo del Año Europeo del DiálOGO INTERCULTURAL
Monumento erigido en la plaza
La noche del 10 de mayo de 1933, se calcula que sólo en Berlín los nazis destruyeron 20.000 publicaciones de filósofos, científicos, poetas y escritores.
Sus nombres pasaron a integrar las ‘listas negras’ y muchos de ellos fueron asesinados, arrestados o enviados al exilio. La quema tuvo lugar en la Bebelplatz, y será ahí donde mañana se recuerde el triste aniversario.
En el acto, participarán intelectuales como el politólogo Sami Naïr; el profesor Markschies, presidente de la Universidad Humboldt; el sociólogo Ignacio Sotelo, y Lala Süsskind, presidenta de la Comunidad Judía de Berlín.
También intervendrán Guillermo Corral, director general de Política e Industrias Culturales del Ministerio de Cultura, y, representando a Andalucía, el Secretario General de Acción Exterior, Enrique Ojeda.
El programa que el Ministerio de Cultura, el Instituto Cervantes y la Fundación Tres Culturas organizan en Berlín se cerrará con las jornadas Biblio-Diálogo, que se celebrarán del 21 al 23 de mayo.
En ellas se hablará del importante papel de las bibliotecas como catalizadoras del intercambio cultural y contarán con la participación del escritor Juan Goytisolo. EFE
Et deixe, per si no el coneixes, l´extracte d´un article de Muñoz Molina que per a mi és bonic i aclaridor. Parla del valor de la literatura i de com aquesta és «una finestra i un espill…»
La disciplina de la imaginación.
Antonio Muñoz Molina.
Desde mi punto de vista, la tarea del que se dedica a introducir a los niños y a los jóvenes en el reino de los libros es la de enseñarles que éstos no son monumentos intocables o residuos sagrados, sino testimonios cálidos de la vida de los seres humanos, palabras que nos hablan con nuestra propia voz y que pueden darnos aliento en la adversidad y entusiasmo o fortaleza en la desgracia. Decía Ortega y Gasset que los grandes escritores nos plagian, porque al leerlos descubrimos que están contándonos nuestros propios sentimientos, pensando ideas que nosotros mismos estábamos a punto de pensar. En este sentido, yo no creo que el escritor sea alguien aislado de los otros y singularizado por el genio o el talento. El escritor, más bien, sería el que más se parece a cualquiera, porque es aquel que sabe introducirse en la vida de cualquier hombre y contarla como si la viviera tan intensamente como vive su vida misma.
La literatura, pues, no es aquel catálogo abrumador y soporífero de fechas y nombres con que nos maltrataba mi profesor de sexto, sino un tesoro infinito de sensaciones, de experiencias y de vidas que están a nuestra disposición igual que lo estaban a la de Adán y Eva las frutas de los árboles del Paraíso. Gracias a los libros nuestro espíritu puede romper los límites del espacio y del tiempo, de manera que podemos vivir a la vez en nuestra propia habitación y en las playas de Troya, en la calles de Nueva York y en las llanuras heladas del Polo Norte, y podemos conocer a amigos tan fieles y tan íntimos como los que no siempre tenemos a nuestro lado, pero que vivieron hace cincuenta años o cinco siglos. La literatura nos enseña a mirar dentro de nosotros y mucho más lejos del alcance de nuestra mirada y de nuestra experiencia. Es una ventana y también es un espejo. Quiero decir: es necesaria. Algunos la consideran un lujo. En todo caso, es un lujo de primera necesidad. […]
Porque la literatura no está sólo en los libros, y menos aún en los grandilocuentes actos culturales o en las conversaciones chismosas de los literatos. Donde está y donde importa la literatura es en esa habitación cerrada donde alguien escribe a solas a altas horas de la noche, o en el dormitorio donde un padre le cuenta un cuento a su hijo, que tal vez dentro de unos años se desvelará leyendo un tebeo, y luego una novela. Uno de los lugares donde más intensamente sucede la literatura es un aula donde un profesor sin más ayuda que su entusiasmo y su coraje le transmite a uno solo de sus alumnos el amor por los libros, el gusto por la razón en vez de por la brutalidad, la conciencia de que el mundo es más grande y más valioso que todo lo que puede sugerirle la imaginación. La enseñanza de la literatura sirve para algo más que para descubrirnos lo que otros han escrito y es admirable: también para que nosotros mismos aprendamos a expresarnos mediante ese signo supremo de nuestra condición humana, la palabra inteligible, la palabra que significa y nombra y explica, no la que niega y oscurece, no la que siembra la mentira, la oscuridad y el odio.