Aparece una nota en «La Reseña Histórica de la Ciudad de Alicante» de Nicasio Camilo Jover (1821- 881) en la que relata cómo llegó el agua al barrio de (Villa Vella) hace 252 años, según palabras textuales:
«En 1778 se trató de abastecer de aguas potables al ( arrabal Roig y al barrio de Villa Vieja, que ya contaban a la sazón con más de quinientos vecinos; y habiendo el precipitado gobernador- D. Francisco Pacheco-, indagado que D, Francisco Ornillo , natural de Cartagena, poseía una fuente de piedra mandada construir por el dey de Máscara, y que se hallaba detenida mucho tiempo en el muelle, por no haberse permitido su embarque, quiso adquirirla, y aunque estaba valuada en treinta mil reales, logró que por atención a su persona se la vendiesen a cuatrocientos libras, sin el pavimento que le costó cincuenta y la colocó en medio de la plaza Ramiro en sustitución de la antigua, que un sólo é insuficiente ya, mereciendo gran aplauso de la población entera, que consideró aquella mejora como de las más altas importancia, pues a más de su reconocida utilidad servía de ornato público».

¿Cómo era la vida en este barrio?
Si caminamos abandonando atrás el paseito de Ramiro, con su jardín romántico destruido por el pavimento, y, al pasar junto a la iglesia de Santa María, llegamos a la primera visión del mar desde la calle de la Mare de Déu del Socors. Apoyados en el muro de piedra, contemplamos a nuestros pies la playa de El Postiguet, de arenas doradas, azul y cálido mar. Frente al mar las casas bajas de los marineros; esos edificios que forjaron el corazón de la ciudad vieja de Alacant.
Al fondo de la fotografía , siguiendo la línea del mar, se alza Vila Vella.
Los vecinos de Villa Vella han cantado este himno de pequeños «cuando venía a tocar en fiestas la banda de Orba» que explica el sentir de este barrio:
Barri de Villavella
ànima ardent d’ Alacant
Cases morenes de sol
vestides de colors clars
Que s’en pugen al Castell
que s’en pugen al Castell
per a mirar-se en el mar.
Placetes i caserons
a on s’adormixen els anys
un só d’alegres dolçaines
sona des d’un temps d’antany
Y entre vives jovenalles
la dansa borda el seu pass.
Vilavella, Vilavella
tens en la plaça del Pont
Castell i la mar
d’ Alacant el noble cor.
ALICANTE EN LA MEMORIA
MATILDE: Yo tenía un establecimiento muy pequeño . Mi tienda, no era una tienda era un club. Aquello era demasiado.
El mostrador estaba a la derecha y al fondo, porque vendíamos vino al «detall». Un realito, dos realitos…
!El olor del café! Mi padre tostaba café en la puerta. Desde la calle Mayor ya se olía el café.
Antes no era como ahora que van a la tienda o al mercado una vez al día o a la semana Allí…. ¿que necesitas azafrán?, pues a la tienda. Tenías la despensa allí, pues en casa no tenías nada. Y !Ay que anem a sopar!». !Hala! y entonces se iban con un platito con olivitas, el atunito en aceite, !Hala dos realitos de vino!
Por las mañana nada más levantar la puerta, un real de café y uno de chicoria y mitad de cuarto de azúcar. Que eso era el desayuno». Y luego a las diez o a las once venía la Lonja. «Que ha venido Jaime». Y bajaban todas a llevarse toda la fruta fresquita. Y así vendiendo toda la mañana. Así: Una tomaqueta per a sofregir i un altra per a l’ensaladeta» Y en el platito: «Dos reales de atún y dos realitos de tomatito de bote». Eso era un regalo. Un quinzet de malta mesclaet amb xicoria, una peseta de colonia, Maruja, però posa’m una xorraeta de brillantina», eso era lo de Llorencet. Y ahora pienso yo, que estaríamos todo el día trabajando y luego el cajón sería de 20 reales.
LOS AROMAS
Cuando era joven la calle estaba llena de pregones, cada hombre tenía el suyo: el hombre de las habas, el hombre de Muchamiel, el de las aceitunas, las olivas… si era verano el hombre de la horchata, el del «agüita limón»- y salía a comprar horchatas con rollitos.
Yo me he criado así. Por las mañanas las bamberas, las ensaimadas a la puerta y los churros. Por la tarde la de Esperanza que vendía tortitas, coquitas…Era un pueblecito.

LA FUENTE de D. FRANCISCO PACHECO, 200 años después fue más que agua, vida y bullicio EN LA POSGUERRA
La gente del barrio era muy trabajadora. En el barrio el dinero que se ganaba se lo gastaban para comer, más para comer y vivir que en ropas o para otras cosas.
MARIANITA: Mujer, en la posguerra lo que importaba era poder comer todos los días, que cuando hay hambre no se piensa en otras cosas.
VICENTA: Las señoras que trabajaban en la fábrica de sacos se reunían para ir , en invierno y en verano. Había otras que trabajaban en Francés y Berenguer, que estaba enfrente de la Diputación.
PEPITA: Hay que ver como cambia la vida!, que yo me acuerdo que sacaba allí la mesitan y la cena…. eso en verano claro.
VICENTA: Y en invierno, la»gente» que venía con los cacharritos para que nosotros les pusiéramos unas brasitas para calentarse en casa. !Y las casa aquellas! Que las puertas no ajustaban ni nada.
MARIANITA: Ahora que como en aquella época la vida era así, se veía normal. Además, pobres, !pero eran más limpias! Se iban a la fuente a fregar, a enjuagar la ropa. Los domingos por la mañana, que las mujeres no trabajaban…. las sillas de anea, los escurrepaltos, las mesas de cocina de madera, el estyropajo, la lejía… !bueno! Y nosotras todo lo veíamos tan natural, porque lo veíamos a menudo. Pero un día, porque yo iba a clase de labor, porque entonces se cosía todo, el ajuar y eso. Un día me dice mi profesora: «Podría ir a tu casa por Navidad a hacer unas mantecaditas», y yo pues sí, venga un sábado. Y me acuerdo que un domingo se viene a pié. Viene por toda la calle Toledo y pasa hasta el Puente y me dice: en mi vida he visto unas casas tan pequeñas y tan limpias ¿Tú sabes que maderas sacan a la apuerta de la calle tan limpias y tan fregadas ?»Y yo , pues sí, es que hoy es domingo , eso es todas las semanas». Se sacaba todo a fregar y a que se secara al sol y se hacía los domingos. Parecía como una fiesta la limpieza de la casa. Es que las mujeres trabajaban. Muchas iban a fregar a casas, otra a fábricas, otras tenían…pues eso, de todo, que lavar o planchar en las casas. Como además no había agua corriente, porque yo creo que el horno era de los pocos sitios con agua corriente, había que recogerla con cubos y mucha «gente» iba sólo a lavar a las casa. El domingo era el día en que se hacía la casa. Se iba a la fuente a enjuagar y de paso a charlar:»Que si esto que si lo otro» !Y la que se armaba allí !. Era la vida en la calle.
Fuente Estudios Municipales. La Posguerra en el Barrio Antiguo. Margarita Borja
Comentarios recientes